El cuento de la lechera en versión Juncker - Moneda Única
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El cuento de la lechera en versión Juncker

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José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.


Insuficiente, incompleto e inconsistente, además de tardío. Esos son los calificativos que después de un análisis detenido se pueden aplicar al tan cacareado Plan Juncker, al que se puede atribuir con la más absoluta propiedad ese aforismo periodístico de “a noticia pequeña titular grande”.

Porque lejos de ser esa panacea que nos venden los burócratas de la Comisión Europea, el llamado Plan Juncker no deja de ser una alquimia financiera como le definió el portavoz de economía de  UPyD en el Congreso, Álvaro Anchuelo, o la combinación del cuento de la lechera más el milagro de los panes y los peces, en las acertadas palabras de su homólogo del PNV, Pedro Azpiazu.

Y no se trata de críticas gratuitas o ironías de la oposición, sino de verdades como puños. En primer lugar porque el grueso de la financiación des este Plan -315.000 millones sobre un máximo de inversión de 410.000 millones hasta 2017- lo dejan los taumaturgos de Bruselas a la aportación de los Estado miembros y de la iniciativa privada, lo que supone en el caso de los primeros aumentar su volumen de endeudamiento y, posiblemente, también de déficit, y sin ofrecer incentivos relevantes, al menos que se sepa, para las empresas o instituciones financieras.

Segundo, porque los objetivos de creación de empleo que pretende -1,3 millones de puestos de trabajo para toda la Unión Europea, y eso siempre que se ejecute el máximo de la inversión- apenas suponen la cuarta parte de los empleos nuevos que se necesitan sólo en España.

Y, finalmente, porque la letra pequeña del Plan,  que nos la desveló en un alarde de franqueza ese presidente del Eurogrupo de nombre impronunciable Jeroem Dijsselbloem, deja bien claro que el invento sólo tendrá resultados si va acompañado de nuevas reformas en forma de rebajas salariales, recortes sociales y subidas del IVA. Es decir, de más tijeretazos al estado de bienestar, que cada vez es más una reliquia del pasado en este imperio germánico revivido en que ha derivado Europa.

Todo esto, además de que la misma concepción del plan supone un reconocimiento implícito del fracaso de la política económica de Merkel y sus apóstoles del austericidio, que ahora precisan de iniciativas de inversión para estimular el crecimiento, la creación de empleo y la inversión que ellos han ahogado durante los años de la crisis. Esta es la realidad del Plan Juncker y lo demás sólo son cuentos de la Lechera y cantos de sirena.

José María Triper
Corresponsal económico de elEconomista.

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