Juan Pablo Lázaro - Moneda Única
Presidente de CEIM y vicepresidente de CEOE.

“Salir de la ortodoxia económica marcada por la UE es suicida”

Empresario desde los 17 años, que no emprendedor porque “no todos los emprendedores son empresarios”, Juan Pablo Lázaro fundó ASM con 22 años y en 2009 decidió crear Sending, empresa líder en el sector de la logística. Dedicado plenamente a la actividad empresarial, hace suyo el lema del Cholo Simeone “si se cree y se trabaja, se puede”. Presidente de la  Organización Empresarial Nacional de Transporte y Logística (UNO) y vicepresidente de CEOE, el pasado 24 de febrero fue reelegido por unanimidad presidente de la patronal madrileña (CEIM).

En su discurso, tras ser reelegido al frente de CEIM, apostó por cuatro principios fundamentales: transparencia, independencia, eficacia y autofinanciación, como ejes de su presidencia.

Hoy hay muchos empresarios esperando a que les demos una excusa para colaborar con nosotros, y estos cuatro factores son clave. En CEOE ya lo estamos haciendo y también en CEIM. ¿Cómo se hace?, pues dando valor al cliente que aquí es el asociado, el empresario. Las organizaciones empresariales somos básicamente un lobby que trabajamos por la defensa colectiva de intereses, por la red de contactos y por impulsar un modelo de formación a medida de cada sector y de cada territorio.

Dentro de la transparencia, también habló de acabar con la corrupción a todos los niveles, incluido el empresarial. ¿Cómo se hace?

La sociedad española ha cambiado para siempre. Ahora el nivel de permisividad con la falta de transparencia y con la corrupción es cero y eso es muy bueno y, además, irreversible. La transparencia ya no va a ser una opción, porque la sociedad va a apartar a las empresas que no sean transparentes, que no sean socialmente responsables. Para ello el modelo es la autogestión, el propio en que nos autogestionamos la sociedad española, los partidos políticos, las patronales o los sindicatos, porque cada vez más el mercado reconoce modelos de responsabilidad social, sobre todo el consumidor a la hora de contratar un empresa.

¿Estamos, entonces, en un momento de autoregeneración de las organizaciones empresariales?

Si, y es fácil. Es como la innovación. No es tan importante la inversión como la implicación de todo el equipo. Implica que cualquiera actividad de nuestra organización tiene que ser clara, se tiene que conocer y tiene que estar cuantificada. En CEIM hemos hecho unos estatutos muy potentes que recogen ese espíritu de transparencia, hemos cambiado el modelo de financiación y cuotas y hemos puesto orden, de forma que la Comisión de Régimen Interno sea la que decida unos baremos que respondan a tres preguntas: ¿quién debe formar parte de la asociación?, ¿qué representación debe tener? Y ¿cuánto debe pagar en función de las dos primeras preguntas?

Hablando de transparencia, en estos momentos se está investigando la posible desviación de fondos de formación de la Cámara de Madrid para financiar CEIM.

La aportación de las Cámaras a CEIM no tiene nada que ver con la formación. Somos dos entidades distintas. La Cámara tiene que ser una entidad de servicios a las empresas y nosotros somos un lobby, aunque tenemos relación con el mismo mercado objetivo de empresarios que la Cámara. Nosotros podemos duplicar los servicios que ofrece la Cámara o, por el contrario, utilizar y comercializar a través de nuestra red los servicios de la Cámara, y es en base a eso por lo que recibimos una contraprestación. Nosotros, como CEIM, no tenemos que tener grandes estructuras, sino subcontratar servicios.

Entonces, ¿está usted a favor o en contra de que las presidencias de las Cámaras y de las patronales las asuma una misma persona?

Estoy totalmente en contra. Hay que separar las presidencias porque eso resta muchísima independencia.

La inestabilidad política ¿está perjudicando a las empresas y a la economía?

Sólo habría un escenario peor que el del no gobierno y es tener un gobierno radical que aplique medidas radicales. Las empresas se van al traste no por tomar decisiones equivocadas, sino por no tomarlas. Por eso tenemos que salir cuanto antes de esta situación, pero siempre que se salga con las ideas claras. Y en política económica sólo hay una idea clara, que salirse de la ortodoxia marcada por la Unión Europea es suicida.

En estos tiempos de convulsión política, usted ha puesto como referente el talante y los acuerdos entre empresarios y sindicatos. ¿Es trasladable?

Una de las claves del éxito de la Transición española fue el talante negociador de la CEOE y los sindicatos. Creo firmemente en ese talante negociador porque al final el objetivo es el mismo, crear empleo y generar riqueza. El diagnóstico tiene que ser el mismo y la diferencia es la terapia que se quiera aplicar.

En esa negociación política una de las reformas en cuestión es la reforma laboral.

A mí, si se reforma para mejorar y seguir aportando criterios de responsabilidad, me parece bien. La reforma laboral ha ayudado mucho a las empresas. En España tenemos un gravísimo problema de temporalidad y tenemos que buscar fórmulas para que, respetando los derechos de los trabajadores, los empresarios perdamos el miedo a contratar.

Y, ¿no ha llegado el momento de relajar la moderación salarial?

España no tiene un problema de salarios sino de costes laborales, porque tenemos unas cotizaciones sociales de las más altas de Europa, y también tenemos problemas de costes de producción, especialmente por los precios de la electricidad, y problemas de financiación. Eso es lo que resta competitividad.

Otro grave problema de las pymes es la morosidad. ¿Es partidario de aplicar un código de sanciones?

Uno de los grandes problemas que tiene hoy el pequeño y mediano empresario es la morosidad y una empresa que no paga a tiempo no es socialmente responsable. El problema es que la Ley de Morosidad no se cumple. Hay que aplicar un código de sanciones porque en esta crisis muchas pymes han caído por problemas de liquidez a causa de la morosidad.

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