Ignacio Fernández Toxo - Moneda Única
Entrevistas

Ignacio Fernández Toxo

Secretario General de Comisiones Obreras.

“La desaceleración de la economía es evidente y va a afectar a la reducción del desempleo”

Sindicalista de raza. Curtido en las movilizaciones de Bazán en 1972 y, posteriormente, en las negociaciones para la reconversión del sector naval con el gobierno de Felipe González, Ignacio Fernández Toxo es secretario general de Comisiones Obreras desde el año 2008. Artífice, junto a su amigo Cándido Méndez, de los grandes acuerdos de la concertación social de los últimos años, es un hombre dialogante que, por el momento, prefiere aparcar cualquier decisión sobre su futuro. “Hasta mediados de 2017 hay tiempo y ahora toca reforzar la organización y profundizar en la renovación del modelo sindical”, aclara.

Estamos en vísperas de una “segunda vuelta electoral”. ¿Cuáles son las reivindicaciones de las organizaciones sindicales a los partidos políticos?

Están basadas en lo que hemos venido planteando  a los partidos políticos y, de forma recurrente, al Gobierno en funciones, que es la necesidad de un plan de choque para activar el empleo, la lucha contra la pobreza y la corrección de las profundas desigualdades que ha generado la gestión de la crisis.

Repetir las elecciones ¿Ha sido un fracaso?

Es una situación inédita en la democracia española y tiene algo de fracaso. La ciudadanía no se equivocó cuando votó el  20 de diciembre y los partidos tenían que haber sabido gestionar ese voto, que fue distinto al que se produjo en otros momentos. Ha habido una corrección muy seria del bipartidismo, han aflorado nuevas fuerzas políticas con presencia importante y es evidente que, no sé si por falta de generosidad, voluntad, o qué, pero no se ha sabido gestionar. 

¿Se pueden señalar culpables?

Los culpables van a intentar identificarlos ahora en campaña electoral los diferentes partidos. Yo no voy a señalar a nadie. Creo que no se han ensayado todas las fórmulas posibles de confluencia para evitar a la ciudadanía tener que acudir nuevamente a la cita con las urnas. De paso, estamos perdiendo un tiempo precioso. El panorama a nivel internacional es de mucha incertidumbre y los desafíos desde el punto de vista social y económico son fuertes. Necesitábamos haber consolidado un nuevo Gobierno tras las elecciones. Desgraciadamente, parece que hasta septiembre no tendremos un Gobierno, si es que se dan circunstancias distintas en las nuevas elecciones, o los partidos las leen de otra manera, porque ya sería dramático que España entrase en una especia de bucle, como pasó en Bélgica. Necesitamos un Gobierno y la incógnita debe despejarse lo antes posible.

Y, ¿cómo ve la  confluencia entre Podemos e Izquierda Unida?

La izquierda española en su proyección electoral está muy atomizada y sería necesario hacer un ejercicio, no sé si este u otros, que ofrezca una alternativa consistente y sólida a la gente en un momento en que millones de personas lo están pasando muy mal. Es necesario alinear la economía y los objetivos macroeconómicos con las necesidades de las personas.

Entrando en temas estrictamente laborales. Usted viene insistiendo en recuperar el sistema de legislación concertada.

Porque ha funcionado, no sólo en España sino en Europa. La segunda mitad de los años 80, los 90 y parte de lo que llevamos de siglo ha existido una fuerte concertación social tanto en el ámbito de las relaciones laborales entre empresarios y organizaciones sindicales como en el ámbito tripartito, con la presencia de las administraciones públicas, el Gobierno central y las comunidades autónomas. España conoció una fase de impulso democrático, económico y político muy importante, presidida por esta idea del diálogo social. Pero, cuando más falta hacía, se optó por la vía de la imposición, por el decreto como forma de gobernar en temas de gran trascendencia. No se han resuelto los problemas y se ha provocado una fuerte conflictividad social.

¿Es culpa de la reforma laboral?

Tiene mucho que ver, pero no sólo la de 2012, que ha sido la más intensa, también la de Zapatero en 2010. Ahí se inaugura una forma de entender las relaciones de trabajo en la que se orilla la participación de sindicatos y representantes del mundo del trabajo, incluidas las empresas, para optar por una vía de intervención excesiva de los gobiernos en las relaciones laborales. Era necesario poner en marcha reformas sobre la situación del trabajo, de la contratación, del despido y de la negociación colectiva, pero debían llevarlas a cabo los actores naturales,  las empresas y los trabajadores.

Ustedes sostienen que la oleada de despidos a la que asistimos no tiene  que ver con la posible derogación de la reforma laboral.

Tiene que ver con la situación económica y con estrategias empresariales.  Son procesos que se repiten cuando la economía empieza a recuperarse después de una crisis. No creo que tenga que ver con la coyuntura política ni que haya quien esté pensando en apurar para poner en marcha expedientes de regulación de empleo por si se deroga la reforma. Dicho esto, ojalá se produzca el hecho de la derogación.

Pero ¿no advierten una desaceleración de la actividad y una caída de inversiones?

La desaceleración es evidente. En el año 2015 se han dado factores excepcionales que han determinado un crecimiento de la economía española de casi el doble que la media de la Unión Europea, en parte asociado al efecto rebote. El tipo de cambio, la evolución del precio de los hidrocarburos, la liquidez sin límite puesta en el mercado por el Banco Central Europeo y dos años excepcionales en materia turística, propiciaron ese crecimiento más elevado de la economía española. Estos factores ya no se están dando este año y si tenemos en cuenta que la economía española sigue el ciclo, con algún trimestre de diferenciación, de la economía europea, con Europa estancada era normal que se corrigieran a la baja los niveles de crecimiento. El problemas es que un menor crecimiento va a afectar al ritmo de reducción del desempleo, que es el gran objetivo de la sociedad española.

De hecho, la revisión del cuadro macroeconómico muestra una importante reducción de los objetivos de  empleo como consecuencia de la desviación del déficit ¿Cómo influye esto?

De manera muy negativa. Ya al ritmo que íbamos en el año 2015, tardaríamos hasta 2021 en recuperar los niveles de empleo que generaba la economía española en 2007. Es mucho tiempo perdido en términos de empleo, pero no es inevitable. Es cierto que necesitamos del impulso europeo. El único que ha hecho los deberes, aunque en parte y tarde, ha sido el BCE. La economía europea, y en particular los países del sur, necesitan de estímulos y de inversión. El Plan Juncker, en España, no tiene prácticamente ninguna proyección, pero tal vez ahí sí esté afectando más de lo necesario la provisionalidad de la situación política. Además, se queda corto en cuanto a las necesidades que tiene Europa. Es preciso abordar un plan intenso de impulso de la actividad. La economía europea está gripada en gran medida y necesita un nuevo motor de arranque.

Y ¿cómo se puede impulsar la actividad y la creación de empleo en España?

En España, ese motor es la demanda interna que, aunque ha crecido, no lo ha hecho lo suficiente como para darle un impulso decidido a la creación de empleo. Si el 60 por ciento de la demanda interna de nuestro país es el consumo de las familias, las soluciones están a la vista: salarios, pensiones y sistemas de protección.

La desviación de la Seguridad Social, ¿es problema de los pensionistas, como dice el Gobierno, o de un empleo precario?

El problema tiene que ver con nuestro modelo productivo, que genera empleo de baja calidad y altísimo paro cuando cae la actividad y tarda en recuperarse cuando empieza a crecer la economía. La auténtica revolución que necesita España es la de su modelo productivo. Luego está el efecto de la caída de las bases de cotización al sistema de Seguridad Social. Un salario mínimo congelado durante tanto tiempo lleva a la minoración de los ingresos del sistema. La utilización abusiva de bonificaciones al empleo con base a la cuota de la seguridad social, o las tarifas planas, o la exención de cotización está derivando, junto con la altísima tasa de desempleo, en un agujero importante de ingresos.

Ustedes tienen el  Congreso a un año vista ¿Va a continuar?

Lo que he planteado a la organización es que esa discusión la haremos cuando vaya aproximándose el Congreso. Todavía queda algo más de un año. Este tiempo es de impulso, de dinámicas de cambio que hemos puesto en marcha con más intensidad desde marzo del año pasado, reforzar la organización, analizar qué ha cambiado en nuestro país en la composición del mundo de trabajo, qué déficits tiene la acción sindical en España y cómo abordar el trabajo no solo en las grandes y medianas empresas, sino en pymes y micropymes donde trabajan la mayoría de empleados de nuestro país, la realidad de los jóvenes, la feminización del trabajo en España. Ahora no toca hablar de personas.

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