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Opinión

Un preocupante viento de levante comienza a soplar en Argelia

Felipe-Carballo-Ríos

Felipe Carballo Ríos.
Doctor en Ciencias Económicas.


Cuando la ortodoxa y escasamente transparente Banque d’Algerie hace unas semanas emitía un comunicado en el cual ponía en guardia al sector empresarial y a la ciudadanía sobre la estabilidad y crecimiento de su economía, estaba certificando el fin de un ciclo expansivo tanto en lo económico, como en lo institucional y lo social que permitía ocultar un trasnochado modelo de desarrollo económico rígido e inconexo, más cerca de una centralista y lenta burocracia, que del dinamismo del entorno globalizador que lo sustentaba.

Y es que el sueño argelino, generado a largo de la última década, basado únicamente en el enloquecedor y continuo crecimiento de los precios del petróleo y del gas natural, posibilitaba un modelo basado en unos crecimientos del consumo e inversión desconocidos en el país, estimulando por un lado, via subvenciones el empleo y el consumo de las familias y por otro el gasto social y una inversión pública que tenía que recuperar el retraso en sus infraestructuras y servicios. Pues bien este modelo ha tocado a su fin.

Y es que aunque los mercados ya estaban descontando desde hace tiempo la caída de sus ingresos y rentas por la lógica derivada de la caída de los precios del petróleo y su familia gasística, que suponen más del 85% de sus exportaciones, la práctica inexistencia de su endeudamiento exterior (3% del PIB), así como la existencia de reservas improductivas en oro y monetarias, por importe superior a los 140.000 Millones de dólares, sumada a la existencia de contratos de suministro de gas a largo plazo con operadores españoles, franceses, italianos y turcos, en condiciones extremadamente ventajosas, habían alejado a corto plazo cualquier preocupación en los mercados financieros por el continuado deterioro de sus cuentas públicas y sus proyecciones futuras.

En ese sentido las noticias expresadas en el Fórum Europa-Argelia sobre energía, con la negativa de los operadores internacionales de gas a mantener los precios vigentes en la renovación de sus contratos para acompasarlos a los existentes en el mercado gasístico mundial, (actualmente muy excedentario) o en caso contrario a minimizar o rescindir sus compras, empeorando aún más los ingresos actuales que difícilmente cubrirían el 60% de los ingresos contabilizados el año 2013.

Con este inquietante panorama a corto y medio plazo, parece razonable que la Banque d’Algerie obligue al Gobierno a la implantación de una serie de medidas, que ha venido retrasando los últimos años, tanto en sus políticas económicas nacionales, como es la reducción de las subvenciones en los combustibles, electricidad, alimentos, vivienda y en especial en el gasto corriente y la inversión pública, aspectos que han convertido la sociedad argelina en una sociedad parasitaria, dependiente de los presupuestos públicos y cuyos crónicos déficits presupuestarios, establecidos en la Loi de Finance, (cubiertos cada vez más difícilmente por el FRR), no dejan de crecer, superando ya peligrosamente el 12% del PIB.

Si consideramos la vertiente exterior de su economía, el deterioro de su Balanza por Cuenta Corriente, con continuados y cada vez mayores déficits al disminuir los precios y volúmenes de exportación, permiten constatar que la ratio reservas/meses de importaciones, se está deteriorado de tal forma que con el modelo actual las reservas de cobertura se agotarían en menos de 20 meses, lo que llevaría inevitablemente, por un lado a realizar necesarios y dramáticos ajustes en su comercio exterior, que inexorablemente pasarían por un aumento de los contingentes y por la vía fiscal y monetaria a un aumento de los aranceles y depósitos previos. Sin olvidar las buenas intenciones de una difícil y complicada diversificación de sus exportaciones e inversiones, aunque estas actuaciones sean contrarias a las regulaciones de la OMC y otros Acuerdos internacionales, como ya se demostró con la discriminación a la inversión extranjera sin respetar los acuerdos APRI firmados con la UE.

No es necesario ser “Pitoniso” para adivinar que de no efectuarse las correcciones citadas con previsibles cifras negativas de crecimiento del PIB en los próximos ejercicios, se generaría una recesión económica sin precedentes, con sus secuelas de conflictos sociales, políticos e institucionales, estos ya cogidos con alfileres. En un país situado, a menos de 250 km de España, con más 40 Millones de habitantes, de los cuales prácticamente 35% están desempleados o subempleados, cifra que se duplica en los jóvenes, que suponen casi el 50% de un población históricamente subvencionada, con una estructura económica muy dependiente del estado y un marco social y cultural excesivamente encorsetado, las soluciones no tiene buena pinta.

En conclusión ante el viento de Levante que se está generando en las costas de Argelia y que muy probablemente afectara tanto a nuestras exportaciones, como a nuestra dependencia de su gas natural, se podría añadir además la complicación de un nuevo foco de inestabilidad en el Mediterráneo, con las secuelas y tragedias que actualmente contemplamos día a día y que ya comienzan a afectar estructuralmente a otros vecinos nuestros en la UE. Por eso y por si acaso, convendría recordar el viejo aforismo castellano “Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”.

Felipe Carballo Ríos
Doctor en Ciencias Económicas.

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